lunes, 30 de mayo de 2016



Las relaciones conscientes

 

“Estaba en la cocina tranquilamente lavando los platos, ya que los niños se habían ido con los abuelos, cuando escuchó que la puerta principal se abría, era su marido que llegaba de trabajar.
-Pasa que estoy en la cocina –dijo ella sin emoción.-Los niños se fueron con tus padres.
De repente lo notó detrás de ella. Tenían una conexión especial que no se había perdido con los años. La rodeó con sus brazos y le dijo al oído:
-Esta camisa te sienta de maravilla.
Fue dejando resbalar las manos por sus costados hasta los muslos y las empezó a subir por debajo del blusón que llevaba.
Estaba temblando de excitación, cuando él empezaba ella no se podía resistir, ya estaba húmeda y a penas la había tocado.
Le abrió las piernas con las suyas, le apartó las bragas hacia un lado y le introdujo un dedo en su hendidura. Soltó un gemido involuntario.
-Tan húmeda para mí – le dijo susurrándole al oído.
Le fue dando besos por el cuello y diciéndole lo que le iba a hacer sin parar de frotarle, hasta que ella le pidió más.  
-Agárrate a la encimera y no te sueltes –le dijo él mientras le bajaba las bragas.
Después de 20 años juntos, cada encuentro es intenso, sin límites ni restricciones. Conocían lo que les gustaba y disfrutaban de sus encuentros, hacía tiempo que habían abandonado el dormitorio para descubrir y dejar volar su pasión…”

Cuando estamos en pareja, pasados los primeros años, nos olvidamos de trabajar la relación y nos centramos más en lo exterior, ya sea relaciones sociales, trabajo, hijos, etc.
Esa relación que al principio te llenó emocionalmente, esperando impaciente cada encuentro, pasado un tiempo se comienza a enfriar.
Cuando ves a tu pareja piensas que ya no sientes lo mismo por él, que es todo una rutina. Que no se para contigo como lo hacía antes. Que no son los mismos que empezaron y que quizás deberían plantearse alguna solución.
Y si te dijera que muchas veces parte de lo que crees sólo está en tu cabeza, que muchos son clichés que nos venden. Muchas películas que nos están vendiendo parejas perfectas, como deben de ser las relaciones y sobre todo como debe ser tu marido.
Si siguiéramos las modas de lo que nos venden en el cine, hace unos años queríamos un marido cariñoso, que nos regalara flores, que nos metiera en cama y nos hiciera el amor, que nos creara un mundo perfecto sin problemas. Ahora queremos un trabajo ideal que nos haga sentir independientes, hijos que se comporten como adultos y un marido, con un buen sueldo, que al llegar a casa te empotre contra la pared y te haga mil maravillas.
Pero qué papel tienes en todo eso, que es lo que haces o quien eres.
Con los años vamos evolucionando, muchas veces sin darnos cuenta y cuando tienes una pareja, la evolución no tiene por qué a la vez, puede ser que sólo una parte de esa relación madure por eso muchas veces vemos en nuestra pareja cosas que ya no nos gustan demasiado a veces hay que darle tiempo, o dialogar para que sepan en que momento de tu vida estás.
Otra cosa que pensamos muchas veces es que nuestras parejas son adivinos. Piensen que cada uno tiene su trabajo, ocio, tareas y que hay muy poco margen para pensar.
Cuéntale lo que te pasa o lo que quieres de la vida, y no hagas suposiciones de que a la otra persona no le va a interesar, quizá te sorprenda diciéndote que por fin confías en él.
Les voy a contar como funcionan las creencias limitantes y como las vamos introduciendo en nuestras vidas sin darnos cuenta.
Un ejemplo:
Cuando empecé con mi pareja la gente me decían: “Ahora es todo muy bonito pero cuando entres en la crisis de los dos años ya me contarás, si la superáis durareis tiempo”; pasados los dos años, “cuidado con la crisis de los cuatro años”; y cuando pasas los cuatro años, te dicen “a los seis años se acaba la pasión”. Cuando pasas los seis y la barrera de los diez y la pasión no se acaba te empiezas a replantear que lo que vives te lo creas en tu cabeza.
Lo que pasa realmente con la pareja es que acabas perdiendo interés, ya no te esfuerzas como los primeros meses, con la seguridad del hogar te olvidas de la seducción. 
¿Qué te pasaría si decides tratar a tu pareja como si lo acabases de conocer? (En el nivel sentimental).
Imagínate todo el día decidiendo que te vas a poner, a donde vais a ir y que vais a hacer.
 Si hay niños, y piensas que llevas toda la responsabilidad y que estás cansada, piensa que él piensa exactamente igual que tú, que no para de trabajar que tiene que llevar todo a casa y que no puede dejar el trabajo. Vivimos por suposiciones, pensando por el otro y no sabiendo realmente que es lo que piensa.
En un momento dado de nuestra relación perdemos el diálogo, puedes ser que nunca existió, que no compartieseis los oscuros secretos y los más profundos sueños por miedo a lo que pensaría la otra persona, o simplemente que con la carga de la vida, ya no estás para “tonterías”.
Estoy completamente y absolutamente convencida que hay un momento en la vida en la que hay que reescribir la historia. Que hay que volver a inflamar la llama, que en el fondo no se extinguió sólo está metida en un plástico, como las velas. Dejar liberar la pasión y volver a encontrar con tu pareja esa conexión que sigue ahí.
Volver a seducir a vuestras parejas, lanzarle esa mirada de conquista, dejar caer la ropa lentamente mirándole a los ojos. Te sorprenderá lo que puedes volver a sentir.
Sé que pasados los años hay muchas discusiones por medio y esas cosas a veces se quedan bloqueadas en nuestro hogar. ¿Pero que ganamos manteniendo el pasado latente para lanzarlo en cualquier atisbo de guerra?
No ganamos nada porque lo que nosotros pensamos es parte de nuestra visión como vemos nosotros el mundo, nuestras creencias, experiencias de vida y parte del prisma con el que vemos la vida. Un mundo subjetivo hecho a nuestra medida.
Sólo quiero que probéis que pasaría si decidieseis, empezar de nuevo como si sólo importara el ahora.
Soltar esa mochila que lleváis con tanta carga y empezar a vivir como si fuera el primer día de vuestra vida.  
Esa suele ser la sensación que tenemos cuando conocemos a una persona nueva, entra en nuestra vida y le abrimos una nueva carpeta, así que empiezas desde cero. Por eso cuando empieza el juego de la seducción, parece que sentimos más por esa persona que por nuestra propia pareja. ‘’
Vamos a empezar un experimento:
Mira a tu pareja como si la acabases de conocer.
-¿Te parece una persona interesante?
-¿Crees que estás en el mismo punto que él?
-¿Te apetece redescubrirlo?
-¿Crees que hay que cerrar puertas?
-¿Crees que aportáis lo mismo en la pareja?
-¿Compartís las mismas aficiones? ¿Es importante para ti?
-¿Cedes parte de lo que eres por él?
Si tu decisión es redescubrir la pareja y darle un nuevo impulso y sobre todo adaptarla a la etapa en la que te encuentras, ánimo si tú quieres es posible.
Primero lo esencial es que dialogues con tu pareja y sepas en que momento de la relación estáis, si el siente lo mismo que tú y está dispuesto a trabajar.
Una vez que estáis en el mismo punto de partida hay que quitar esos pequeños bloqueos que se fueron quedando enquistados con los años.
¿Cómo desbloqueamos eso que está impidiendo el funcionamiento normal de la relación?
Puedes buscar ayuda o investigar en internet, todo depende de ti.


sábado, 21 de mayo de 2016



Vivir en un equilibrio continuo

Tratamos a menudo de vivir vidas perfectas, pero no nuestras vidas si no un cliché de vida ideal que nos resta mucha energía.
Estamos todo el día como tratando de realizar cada tarea lo más perfecto que podamos y no nos damos cuenta que es una pérdida de energía total.
Estoy segura que si dejáramos de esforzarnos tanto y disfrutáramos de la vida nos iría todo mucho mejor.
Porque empezamos un proyecto e inmediatamente nos preguntamos si nos va a salir bien, qué más da disfrutemos del camino, conozcamos a personas nuevas que van estar implicadas en ese proyecto. En general disfrutemos de las oportunidades que nos brinda la vida.
Pero no somos capaces, nos empeñamos en intentar disfrutar pero los miedos siguen ahí, ¿Entonces que debemos de hacer para encontrar un equilibrio?
Tendremos que ir al principio de las cosas, empezar por uno mismo. Confiar en nuestra valía, querernos y reconocer que el amor que le vamos a poner a todo lo que hagas va a valer la pena si confías en ti mismo, si sabes que como estás haciendo las cosas es lo mejor que puedes hacer en estos momentos, con los conocimientos que tienes.
Intentar conocernos e ir aprendiendo de las experiencias diarias.
Qué difícil es andar el camino dudando siempre de nosotros mismos, con un desconocimiento total sobre la manera de actuar que tenemos ante cualquier situación, con el error de no aceptarnos tal y como somos. Y siempre dependiendo de la opinión de los demás sobre lo que hacemos.
Pero es posible dejar las inseguridades a un lado abrir nuestro corazón y dejar entrar a nuevos proyectos, nuevas personas y nuevas experiencias.
Siempre trabajando en uno mismo para ver como realmente somos “seres excepcionales” plagados de conocimientos, esperando que se usen para ayudar a personas que necesiten de ese aprendizaje.
Me levanto todos los días con una sensación de plenitud, estoy en un camino de aprendizaje continuo donde las personas que entran en mi vida son grandes maestros. No sé dónde me llevará la vida pero sé que disfrutaré y aprenderé lo máximo posible.
Aunque a veces es imposible no dudar si las decisiones que tomas son las correctas.
Esos momentos de tensión cuando dejas entrar los viejos miedos, las voces que te dicen que no estás en el camino correcto.
No nos damos cuenta que somos a veces nuestro peor enemigo, cuando no creemos en nosotros mismos, cuando dudamos de si hacemos las cosas bien, cuando nos empeñamos en hacer las cosas para conseguir algo a cambio, ya sea reconocimiento, dinero, etc.
Porque no hacemos las cosas realmente porque vas a disfrutar realizando eso que te gusta, independientemente de si recibimos algo a cambio. Porque si lo hacemos esperando recibir y no lo hacemos, no vamos a disfrutar del trabajo y nos va a aparecer en la cabeza la palabra fracaso, cuando no es ni por asomo un fracaso, cuando disfrutas del trabajo que haces, ya en si es un regalo, sólo tener tiempo para dedicarlo a realmente lo que te gusta hacer.
Intento cada día cuidarme, quererme, mimarme y disfrutar de mi misma, para después poder dar lo mejor de mi, independientemente de la actitud de los demás.
Se que todos los día no son un gran día, porque dejas que las nubes tapen tu sol, pero he decidido cambiar esos momentos coleccionando sonrisas.
Te reto a que cuando tengas un mal día vayas por la calle buscando sonrisas, te sorprenderá la reacción que puede causar en ti.
Incluso que sonrías a alguien que no te conoce por la calle, te cambia tu punto de vista y te ayuda a poder cambiar el estado de tus emociones.
Tenemos ante nosotros multitud de herramientas a nuestra disposición para vivir una vida plena, aprovechémoslas y haremos feliz también a multitud de personas que no conocemos.
Un abrazo fuerte a todos.